Gálatas 1.10
Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
La culpa es una respuesta emocional a las transgresiones. Debemos sentir la reprensión del Señor cuando desobedecemos sus mandamientos, o incluso cuando violamos las leyes civiles que no contradigan las leyes de Dios. Pero hay otro tipo de culpa que no es del Señor sino del hombre. Es la llamada “culpa falsa”, la cual tiene formas diferentes.
EL LEGALISMO es una forma de religión que se aferra a las reglas hechas por el hombre, en vez de hacerlo en Cristo (Col 2.16-23). No tiene poder para salvar o transformar, sino que esclaviza a las personas a la culpa falsa cuando no cumplen con las reglas.
EL PERFECCIONISMO es una carga que ponemos sobre nosotros. Si no actuamos de acuerdo con nuestros propios estándares, nos sentimos fracasados y no podemos perdonarnos. Sin embargo, a los cristianos se nos ordena vivir para Cristo, no para nosotros y nuestras expectativas.
INTENTAR COMPLACER A LA GENTE es otra fuente de culpa falsa. Esta podría desarrollarse en el hogar, el sitio de trabajo, la escuela, la iglesia o en cualquier lugar donde otros nos impongan exigencias.
Por supuesto, lo ideal es siempre tratar a los demás con amor y amabilidad. Pero en cuanto a la culpa falsa, la solución es complacer al Señor, no a la gente. Cuando tenga un sentimiento de culpa, evalúe su origen. ¿Es de Dios o del hombre?