Señores autoridades civiles, militares, policiales, eclesiásticas, hermanos en la fe y amigos, que la paz de nuestro Señor Jesucristo repose en vuestros corazones y en sus distinguidas familias. Para los miembros que integramos la Iglesia Cristiana de la Fuerza Pública, es un honor que ustedes nos honren con su presencia y atención.

Hace veinte (20) años, en una célula de oración cristiana de miembros de la Fuerza Pública, nuestro Dios y Padre Celestial, Jehová de los Ejércitos, su Hijo Jesucristo nuestro Dios Salvador y su Santo Espíritu, nuestro Dios Consolador, Pastor y Maestro que nos lleva a toda verdad, nos manifestó por revelación y profecía, su propósito de abrir en la Fuerza Pública lugares de culto, donde se le alabase y predicase su palabra en santidad.

Hoy en tiempos de tanta tribulación, Dios busca hombres y mujeres esforzados y valientes, temerosos en hacer su voluntad, comprometidos para anunciar el evangelio de la salvación eterna, siguiendo la gran comisión de nuestro Señor Jesucristo: “Y les dijo: id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

La Fuerza Pública no son la excepción, hay un remanente de Militares y Policías que han decidido seguir y servir a nuestro Padre Celestial, su Hijo Jesucristo y llenos del Espíritu Santo, ser testimonio de vida santa, con lealtad, honestidad, responsabilidad, respetuosos de las autoridades legalmente establecidas, cumplidores  de la ley, llevando como bandera el respeto por los derechos humanos, y la tolerancia hacia los demás, mostrando y viviendo el verdadero amor a Dios y a nuestro prójimo.

Por ello, siendo obedientes a la gran comisión y a la profecía que Cristo nos dio, estamos ante Ustedes para presentarles la Iglesia Cristiana de la Fuerza Pública que con amor trabaja para servir llevando las buenas nuevas de salvación en la Fuerza Pública.