NOS HA DADO LA VIDA ETERNA

1 Juan 5:11

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

Nuestro texto de hoy contiene verdades que proporcionan gran poder y comodidad para los cristianos. Reflexionemos sobre algunas de ellas.

La palabra “testimonio” debe ser ampliada. En forma nominal, significa “la evidencia dada”, y en forma verbal que significa  ser “testigo” o proclamar testimonio. El apóstol Juan lo usa nueve veces en los versículos 7 a 11. El estudio de nuestro texto y su contexto muestra que la relación mencionada no es otra que la gran verdad de que Cristo Jesús es el Hijo único de Dios, y que murió como un sacrificio perfecto y suficiente que nos proporciona la vida eterna.

En nuestro texto, vemos que esta labor de otorgar la vida eterna es la obra de Dios. Dios nos la dio “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:5), es decir, no hicimos nada para merecer este regalo. Por lo tanto, Dios no nos da lo que merecemos (el infierno y castigo eterno) sino lo que necesitamos. Esta vida eterna es nuestra posesión presente, porque él nos la “ha dado” (es decir, ya ha sido hecho. Es una acción completada en el pasado).

Este regalo es para cada individuo – a “nosotros” – no a una nación o incluso la iglesia, sino a aquellos que han creído. Por otra parte, esta “vida eterna” ¡es eterna! Su duración será por la eternidad. Es inconcebible que un Dios omnipotente de “vida eterna” temporalmente. Suena ilógico, ¿no? Estamos vivos en él, hemos nacido (de nuevo) en su familia. Esta es una situación permanente.

El tiempo en que habla, cambia a presente en la última frase del texto. Nuestra vida “está en su Hijo”. Estamos “en Él…. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (1 Juan 5:20). Nuestra vida encuentra su vitalidad en la unión viva y real con el Hijo. Su muerte y resurrección hizo posible la vida, y ahora su vida presente es la nuestra. Su Espíritu, que reside dentro de nosotros, proporciona esa vitalidad, y puesto que el Espíritu de Dios es eterno, nuestra vida es eterna.

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” (v. 13).

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