UNA ESPERANZA VIVA

1 Pedro 1-12

Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

Nuestra vida está llena de situaciones buenas y malas desde nuestro punto de vista así podemos calificarlas día a día, pero a veces los problemas pueden parecer abrumadores. El pasaje de hoy nos da una radiografía que en aquellos días a los hermanos en la fe les ocurría lo mismo, Pedro dirige su carta a los cristianos judíos y gentiles que estaba atravesando tiempos de dificultad, tal como muchos hoy vivimos y ese mismo sentimiento de desánimo por los problemas que parecen no tener una solución en el horizonte.

Cristo dijo que tendríamos aflicciones en este mundo, así que las circunstancias terrenales no deben ser la fuente de nuestra esperanza Juan 16.33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo; necesitamos una esperanza eterna, una esperanza que sea más grande que sus problemas. Y eso es justo lo que ofrece Jesucristo.

Imagínenos por un instante cómo se sintieron los discípulos cuando pensaron que su sueño de un Mesías victorioso se había roto. Vieron cómo arrastraban al Señor para juzgarlo por delitos que no había cometido. Fue golpeado y crucificado. Cuando su Salvador murió y fue enterrado, asumieron que su sueño también había desaparecido. A sus ojos, habían perdido el tiempo siguiéndolo porque su muerte indicaba que no era el Mesías, puede dimensionar el escenario que vivieron en esos momentos, todos huyeron del miedo na vez fue arrestado, solo Pedro le siguió de cerca, pero al final también huyo. Lo más triste es la falta de atención que padecieron ya que el Señor mismo les dijo a sus discípulos varias veces que iba a ser crucificado y que resucitaría, Mateo 2017-19 Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará; pero ellos nunca tomaron este mensaje en serio, en ese instante para ellos fue como si nunca les hubiera dicho esto. Así que se sintieron contrariados cuando los acontecimientos no se desarrollaron como ellos deseaban (pedro incluso intento evitar el arresto cortando la oreja de uno de los guardias). Esto es lo que ocurre cuando buscamos la esperanza en el lugar equivocado y no nos centramos en las verdades de la Palabra de Dios.

Muchas veces venimos al Señor con peticiones, solo para encontrar que las pruebas permanecen. Nuestra reacción no es la misma cuando experimentamos soluciones inmediatas, nos sentimos muy reconfortados. Pero cuando Dios no nos da alivio, incluso después de haber orado con fervor, ¿dónde está nuestra esperanza entonces?

Cuando Cristo resucitó, los discípulos vieron cómo una situación sin aparente esperanza se convertía en un triunfo milagroso que los sacó de las profundidades de la desesperación, fue tal el alboroto que la tumba fue visitada en varias ocasiones por los discípulos para corroborar la resurrección ni ellos mismos creían en el hecho.

Así que algunos años después, cuando Pedro escribió aquella carta a la Iglesia, quiso animar a los que se habían desanimado por los problemas terrenales. Llamó a la resurrección de Cristo una esperanza viva que nunca morirá, incluso cuando las circunstancias parezcan sombrías, el mismo ya había vivido esa situación cuando corrió de forma apresurada al sepulcro, tenía la experiencia suficiente en este campo, el y sus compañeros estaban perdidos y temerosos, pero de un momento a otro Cristo cambio las cosas y nunca más fueron los mismos sobre todo El.

Pedro le recordó a los creyentes que sus tribulaciones estaban poniendo a prueba y refinando su fe, para que se demostrara que era auténtica y produjera alabanza, gloria y honor cuando Cristo vuelva versos 6-7 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, No hay mejor verdad para tener en cuenta cuando uno se enfrenta a sus propios sufrimientos.

¿pero en qué consiste esta esperanza que proporciona la resurrección de Cristo?

Primero, su resurrección nos asegura que nuestros pecados son perdonados.

Nuestra redención requirió un sacrificio perfecto, sobre el cual la muerte no tendría poder, Hebreos 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención La resurrección del Señor Jesús es la prueba de que nuestros pecados, al ser entregados a Él, no pudieron derrotarlo. Por el contrario, se levantó triunfante de la tumba. Y así, el Padre aceptó la muerte de su Hijo en la cruz como pago por nuestros pecados. Aleluya qué más podemos pedir.

Nuestra segunda esperanza es la seguridad de que el Señor Jesús estará con nosotros.

Después de su resurrección, el Señor hizo esta promesa a sus seguidores. Mateo 28:20 “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, así que puede estar seguro de que, incluso en las dificultades, Él está presente con nosotros.

Una tercera esperanza es la confianza en el poder de Dios que obra en nosotros.

Leamos verso 5 guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”. La resurrección del Señor Jesús hizo posible que formáramos parte de la FAMILIA DE Dios. Allí se nos protege mientras crecemos en Cristo Efesios 2:19-22.  Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu. Dios le empodera sin cesar para que llegue a ser la persona que Él quiere que sea, semejante a Cristo en todos los sentidos, 1Juan 3:2aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.

Nuestra cuarta esperanza es la última: nuestra resurrección de entre los muertos.

La resurrección del Señor Jesús garantiza que nosotros también resucitaremos y recibiremos cuerpos nuevos y glorificados Filipenses 3:20-21. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. No habrá más dolor, muerte ni aflicciones. Esta verdad debería llenarnos de esperanza, porque los sufrimientos de esta vida presente no se pueden comparar con la gloria eterna que nos espera Romanos 8:18. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

En los momentos donde las situaciones que enfrentemos sean difíciles de superar y su esperanza se debilite, pídale al Señor que le recuerde la esperanza viva de la resurrección de Cristo. Nuestro verdadero hogar está en el cielo, pronto estaremos allí y le veremos cara a cara y estaremos con Él para siempre. Por el momento Cristo es nuestra fortaleza y nuestro soporte cada día. Aleluya. Bendiciones.

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